contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

miércoles, 9 de marzo de 2016

La trapecista





























-Ahí está, se acabó. Vuelve a faltarme tiempo para acabar algo. ¿Lo del circo? Recuerdos para dentro de diez años. Esta es la última noche de mi querido número y además hay luna llena; y la trapecista se rompe la crisma… ¡Cállate!
Nunca me imaginé así. La despedida del circo. La última noche no viene nadie, tocáis como zoquetes y yo vuelo por la carpa como un pollo en el puchero. Y luego otra vez de camarera. ¡Mierda!
A menudo hablo de mí sólo por apuro. En momentos como este, momentos como ahora mismo… El tiempo lo curará. ¿Y si el tiempo fuera la enfermedad? Como si hubiera que encorvarse para seguir viviendo. ¡Vivir!, una mirada basta… el circo, lo echaré de menos.
Es extraño, no siento nada. Como si el dolor no hubiera pasado. Toda esa gente que he conocido, que queda, quedará en mi cabeza. Todo termina siempre cuando acaba de empezar. Era demasiado bonito…
Por fin fuera, en la ciudad. Hallar quién soy, en quién me he convertido. Suelo ser demasiado consciente para estar triste. Esperé una eternidad que alguien me dijera algo cariñoso, luego me fui al extranjero. Alguien que me dijera «¡Hoy te quiero tanto!». ¡Sería tan bonito! Miro ante mí y el mundo se alza ante mis ojos, me llega al corazón. De niña sentía deseos de vivir en una isla. Una mujer sola, plenamente sola. Sí, esos es.
Vaciada, incompatible. El vacío, el miedo, el miedo, el miedo. La mirada de un animalito perdido en el bosque. «Quién eres tu?» Yo no lo sé. Pero algo sé: no seré trapecista. Decisiones imprevistas en las que uno cree.
No llorar. No quiero llorar. ¡Para nada! Ocurre, así son las cosas. No siempre salen como uno quiere. El vacío, el vacío…
Ya no pensar en nada… Estar aquí. Aquí soy extranjera pero todo me resulta familiar, en todo caso, no puedo perderme. Siempre se llega al muro. Esperaré la foto. Saldrá una con diferente rostro y así podría comenzar una historia. Los rostros, tengo ganas de ver rostros. Quizá encuentre un trabajo de camarera.
Tengo miedo de esta noche. Qué tontería. La angustia me pone enferma, porque una parte de mí se preocupa y otra no se lo cree. ¿Cómo debo vivir? Quizá no sea esta la pregunta. ¿Cómo debo pensar?
Sé tan pocas cosas… Tal vez sea demasiado curiosa. A menudo pienso en forma tan equivocada… Porque pienso como si hablara a otro.
Dentro de los ojos cerrados, cerrar aún más los ojos… Entonces incluso las piedras cobran vida. Ser por los colores.
¡Los colores! Los neones en el cielo del atardecer, los tranvías rojos y amarillos..
...Nostalgia. Nostalgia de una ola de amor que creciese en mí. Eso es lo que me hace resultar torpe: la ausencia de placer. Deseo de amor. ¡Deseo de amar!
Monólogo de Marion (trapecista)
Las Alas del deseo. Peter Handke. Wim Wenders