Agua... espejo de la memoria
Mucha agua corría sobre el puente, agua clara, agua
profunda, agua violenta, agua estancada, agua transitoria en su esencial
metamorfosis. En el inmenso asfalto gris, plagado de miradas desconfiadas, de
alturas y recovecos de avaricia, se albergaron las zonas liberadas de la
miseria, de las inhallables equidades, de los inmobiliarios negocios,
medicinales, arma mentales, institucionales. Allí también la mezquindad de las cadenas nacionales con sus
candados forjados de indulgencias, fraudes y astucias discursivas.
Sin embargo la vida constantemente atinaba a
descubrir los colores donde vibrar, donde lograr estremecerse. El alma humana precisaba
la verdadera calma, la tan ansiada libertad, el lugar propicio para que el sol
de la tarde temprana le devuelva todos sus matices, su perdida calidez. Así es
que buscaría emerger, despertar de aquel sueño sombrío, intentando hacer pie entre los grandes charcos de injusticia que la inundaban una y otra vez.